El “rebranding” se le define como aquel proceso que implica una transformación con respecto a una marca, su identidad visual, estrategia y otros elementos que forman parte de su esencia.
Conforme va pasando el tiempo, las necesidades del público consumidor van evolucionando, y por ende, las marcas deben hacer lo mismo. Asimismo, este hecho les permite dirigirse a nuevos mercados, cumplir nuevos objetivos o reforzar su filosofía empresarial e imagen.
Existen diferentes tipos de rebranding:
- Proactivo: Se refiere a cuando se necesita refrescar la imagen de una empresa, que podría deberse a que el negocio ha optado por desarrollar un nuevo producto o servicio distinto a su objetivo inicial.
- Reactivo: Este suele producirse cuando la marca principal realizó la compra de otra empresa, o viceversa; fusión entre negocios, o distinguirse y generar una mayor actualización con respecto a la competencia.
- Evolutivo: Es cuando visualmente la identidad general de toda la empresa requiere de un ajuste estético conforme las nuevas tendencias en diseño, o incluso, cuando se decide cambiar de nombre y se necesita de una nueva línea visual.
Sin duda alguna, la mayoría de las empresas han sufrido del “rebranding” en alguna etapa desde su inicio, como ha sido Coca-Cola, Pepsi, BBVA, Santander y muchas más. Así que es importante prestar atención a los mercados actuales para entender si es momento de realizar un rediseño de nuestra marca.